miércoles, 1 de diciembre de 2010

Hoy

Hoy, y luego de casi un mes de haber escrito la primera entrada, he bajado apenas un miserable kilo... Ando pesando 65 y aunque estuve muy controlada las primeras semanas de noviembre, ahora ya no funciona.
Sucede que comenzó algo así como la asquerosa temporada de fiestas, donde todos te embuten comida donde ya no te cabe. Había bajado hasta 62 y en tres días (no sé como sucedió) subí de nuevo hasta 65.
Está bien, no voy a mentirles... Sé como sucedió.
Lo sé porque me senté a comer y acepté absolutamente todo lo que me ofrecían. He comido torta de chocolate (en estos tres días, al rededor de unas once o doce porciones, sí, 3 ó 4 diarias), me he comido tres hamburguesas, de esas de McDonalds que rebosan calorías, y papas, ah! Esas papas fritas con salsa de tomate que saben tan bien, y que engordan como ningunas otras. He comido pasta, repetí mi porción de ayer, comí también galletas Oreo, son deliciosas, y si las remojas en leche, saben aún mejor, y alfajores de chocolate, al rededor de 4, galletas con mermelada de fresa, malteada de vainilla, carne frita, etc. etc. Así que sí, sí sé como sucedió.

A decir verdad, hoy no me siento bien, ando deprimida... Recuperar peso es tan sencillo y perderlo tan difícil!

Aquí les va mi no deseo/deseo de hoy:


Tú no deseas esto:


Deseas esto:



domingo, 7 de noviembre de 2010

Hola

A ti, que me lees: hola.
Hoy y durante el tiempo que decidas leerme voy a contarte una historia.

Mi nombre... Mi nombre no importa mucho, llámame Val.
Tengo 17 años y desde hace tres o cuatro algo ronda mi cabeza y me hace sentir desdichada. Sí, acertaste: mi peso.
¿Quieres que te diga como luzco? Pues bien.
Mido 1.60 y peso 66 kilos. Muy bien, ya te hiciste a la idea. Sí, soy una vaca.
Si decides continuar leyendo lo haces por tu cuenta. Seré explícita y abierta. Es bajo tu propio riesgo.
Mi cintura mide 92 cm, cuando uso jeans, mi abdomen sobresale. Mi cadera mide 103 cm, ya sabrás como me marcan los pantalones, supongo que habrás pasado por lo mismo.
¿Te has mirado al espejo y le has dado un golpecito a tu abdomen? Si sí lo has hecho, ¿has visto como el golpecito recorre tu cuerpo un momento, mostrándote la grasa rebotar? Yo sí. Y eso me dejo seca cuando lo vi la primera vez.

Sellé mi boca. Nada de comida, hazte la idiota, bota la que te den, regálala. Pasa hambre, mátate las tripas, que te duela. Sí, que te duela. Si no duele, no sirve. El hambre purifica.
Pero luego... Luego no pude más y hace casi dos años me atiborré de comida. Oh! Que delicia, las papas fritas, los helados, los chocolates, las gomitas, el pan, la mantequilla, la crema, los pasteles de chocolate... Oh, sí! Delicioso! Subí 12 kilos. Y ahora... Ahora tuve que renovar mi guardarropa.
Hoy, etoy hecha un cerdo. Un lindo cerdito al que le cuelga la panza por el borde del pantalón, un lindo cerdito al que se le quedan moviendo las piernas luego de que salta, un lindo cerdito al que los botones de las camisas que antes usaba le quedan demasiado apretados y lo lastiman.
Sí, ese cerdo soy yo. Ya me conocen.

Soy Val y aún no logro controlarme.
Hoy me comí una taza completa de helado de chocolate! Por Dios! ¡Qué asco!

Espero que continúes a mi lado en la lucha por ser diferente. Más hermosa, más delgada, más princesa.
No quieres esto, ¿verdad?


Tú quieres esto: